·
Su infancia y sus comienzos:
Francisco Pallás Puig, nació el día cuatro de octubre del año 1858, en una
habitación del domicilio de sus padres, situado en el limite poblacional de la
localidad valenciana de Quart de Poblet, población próxima a la capital,
eminentemente agrícola y enclavada en plena huerta valenciana. Siendo inscrito
y bautizado en la iglesia parroquial de la Purísima Concepción
de Quart de Poblet. Fue el pequeño de los tres hijos que nacieron del
matrimonio formado por José Pallás Cercós,
natural de Valencia y vecino de la localidad valenciana de Quart de Poblet, propietario
de tierras y molinos arroceros en la localidad valenciana de Quart de Poblet y
de Catalina Puig Andrés, natural y
vecina de la localidad valenciana de Quart de Poblet. Sus hermanos mayores, se
llamaban José y Carmelo Pallás Puig, ambos habían nacido en el domicilio familiar
de la localidad valenciana de Quart de Poblet.
Detalle del árbol de la familia Pallás:
Matrimonio formado por José Pallás Cercós y Catalina Puig
Andrés. Valencia, 2006.
Sus orígenes eran
humildes y sus antepasados, procedían de la comarca valenciana de los Serranos, también conocida actualmente,
como La Serranía o de Alto Turia. De acuerdo con
el censo poblacional de la localidad valenciana de Quart de Poblet, del año
1861, el matrimonio Pallás Puig,
residía junto a sus tres hijos, José,
Carmelo y Francisco, de quince, nueve y tres años de edad, respectivamente.
Sus primeras habilidades
infantiles fueron lúcidas como equilibrista al cambiar el libro evangélico tan
grande como él, durante el sacrificio de la misa en la iglesia parroquial del
pueblo. Comenzó sus estudios en la escuela pública de la localidad valenciana
de Quart de Poblet, junto a sus hermanos, hasta que a los diez años de edad,
ingresó a trabajar como un modesto operario en la fábrica de azulejos, propiedad de la familia Valldecabres, situada
en la misma población. Gracias a esto, el director artístico de la fabrica
azulejera, conocido popularmente como «Don Domingo», descubrió su talento
y le inicio, en los ratos libres de horas de descanso y comida, en el mundo del
dibujo. Comenzó por dibujarle motivos sobre ladrillos defectuosos, que salían
del horno y aquel niño de tan corta edad, reproducía motivos vulgares, con
total exactitud, con un tizne de leña.
·
Estudios en la Escuela de Bellas Artes de
San Carlos:
Poco tiempo después, y
motivado por aquella vocación descubierta, se matricula en la «Escuela de Bellas Artes de San Carlos»
de la ciudad de Valencia, para adentrarse en el mundo de las Bellas Artes. Fue
en aquel momento en que pega el salto desde su localidad natal a la capital
valenciana. De entre sus profesores, se destacan, Rafael Berenguer Condé (Valencia, 16/11/1822 – Valencia, 05/01/1890),
iniciador de la saga familiar Berenguer,
de pintores valencianos; Eduardo Soler
Pérez (La Vila Joiosa ,
Alicante, 23/11/1845 – Confrides, Alicante, 02/07/1907), catedrático de Derecho
político, profesor comprometido con la pedagogía krausista y miembro de la Institución Libre
de Enseñanza; y el escultor, académico y profesor Felipe Farinós Tortosa (Valencia, 26/051826 – Valencia, 14/12/1888),
que también fueron maestros del tan conocido pintor valenciano, Joaquín Sorolla Bastida (Valencia,
27/02/1863 – Cercedilla, Madrid, 10/08/1923).
En la conocida escuela de
Bellas Artes, tuvo el placer de conocer al que posteriormente sería el famoso
escultor valenciano Mariano Benlliure
Gil (Valencia, 08/09/1862 – Madrid, 09/11/1947), con el que compartió
muchas horas de estudio y de trabajo.
Destacar que durante los
cursos escolares 1877–1878 y 1883–1884, logró obtener el primer premio de la clase de “dibujo lineal” y de “dibujo de figuras”, respectivamente,
por oposición con sus compañeros.
Palacio de San Pió V, sede de la «Real
Academia de Bellas Artes» de Valencia. Fotografía de Pascual Pérez, año 1851.
En los últimos cursos de
Bellas Artes, simultaneó los estudios nocturnos, finalizados brillantemente,
con el ejercicio profesional como operario en la fábrica valenciana de abanicos Salvador Montesinos, dónde
tallaba varillas de marfil para
abanicos, calificados como de lujo.
En esta época es cuando adquiere los mejores conocimientos para la utilización
de forma delicada de herramientas manuales de corte, como era el caso del buril
y realiza piezas con mínimos detalles. Ya anteriormente, a la edad de
diecisiete años, el joven Francisco
Pallás, tenía cierta habilidad con
el marfil, ya que le había regalado a su propia madre, un abanico realizado
con una primorosa técnica que llevaba el nombre de ella. Para la inscripción,
efectúo un vaciado en las varillas y tallando cada una de las piezas, logró
sostener unas letras mediante finísimos hilos de marfil.
·
Reconocimiento artístico:
Su talla artística fue
reconocida de forma casual, por José Ros
Furió (1841–1928), propietario, por aquel entonces, de un taller de
carpintería y restauración en la ciudad de Valencia, aunque posteriormente
fabricante de cerámicas de reflejo metálico. Éste pudo observar de forma
casual, junto a su carpintería, como aquel joven abaniquero, mostraba a un
amigo, unas cadenas que talladas por
sí mismo y que llevaba cuidadosamente guardadas. Fue en aquel momento, cuando
el conocido ceramista, se acercó para conocer a aquel joven, le propuso la
reproducción de una arquilla de marfil, que le habían llevado para su
restauración. Poco a poco, le fue ofreciendo algunos otros trabajos que tenía
en su taller, llegando a estar muy satisfecho con su trabajo, por lo que
continuó solicitándole encargos y restauraciones, trabajos que realizaba por
las noches, en un principio, hasta que abandonó su trabajo en la fábrica de
abanicos para dedicarse enteramente a la producción de esculturas de marfil.
Gracias a esta nueva etapa profesional, llegó a recibir una gran cantidad de
encargos, sobre todo gracias a los contactos que tenía el conocido artista
ceramista, relacionado con los mayores anticuarios de todo el mundo.
·
Servicio militar:
Gracias a la licencia absoluta del Servicio Militar,
que le expidieron con fecha 31 de octubre de 1886, por orden el Director General de Infantería, D. Fernando
Primo de Rivera y firmado en su nombre por el Coronel Primer Jefe del Batallón
de Reserva de Chiva (Valencia), numero 44, podemos conocer que en aquella
época, su “profesión era la de abaniquero”,
además de otros datos personales y
físicos, como puede ser y destacar, su altura de “metro y cincuenta y cinco centímetros”.
·
Humanitario:
Francisco Pallás Puig, era un hombre concienciado ante las necesidades de
colaborar en tareas humanitarias. Vinculado desde muy joven a organizaciones
humanitarias como las tan conocidas, «Asociación
Valenciana de La Caridad »,
fundada en el año 1906 y a la «Cruz
Roja». En la sesión de la Asamblea
Española de la
Cruz Roja , del día 17 de octubre de 1887, le proclamaron
socio de número invariable de 1334, y le facultaron para el uso de las
insignias y distintivos de la conocida asociación.
·
Familia:
Hacia el año 1886, con total familiaridad, Francisco Pallás Puig, frecuentaba el
domicilio de su maestro ebanista, en una de las viviendas anexas a la tan
conocida fábrica de tejas y mayólicas «La Ceramo de Benicalap»,
que acababa de abrir sus puertas hacía escasamente un año. Allí conocería a una
joven, llamada Consuelo Martínez Ferrer,
de veinticuatro años de edad, se trataba de la hija pequeña de Salvadora Ferrer Carbonell (1834–1927),
a la que llamaban de forma cariñosa, “la mamá de la fábrica”, quien estaba
casada en segundas nupcias, desde agosto de 1864, con José Ros Furió (1841–1928). No
tardó en fluir el amor entre ambos jóvenes. Finalmente la pareja, contrajo
matrimonio en septiembre de 1887, en
la iglesia parroquial de San Roque de Benicalap (Valencia). Consuelo Martínez Ferrer, había nacido
el dieciocho de mayo del año 1862 en la ciudad de Valencia, era hija legitima
de Francisco Martines Sayas, nacido
el cuatro de octubre de 1826 en la localidad valenciana de Chelva y fallecido
en el verano del año 1862 en la ciudad de Valencia, a causa de un accidente que
tuvo en yendo en un carruaje, y de Salvadora
Ferrer Carbonell, nacida en el año 1834 en Valencia y que fallecería en
enero de 1927 en Valencia, ésta era descendiente directa de Fray Bonifacio
Ferrer (1350–1417), hermano del patrón de la Comunidad Valenciana ,
San Vicente Ferrer (1350–1419). Los recién casados, fijarían su domicilio en
una de las viviendas de la fábrica de tejas y mayólicas, junto al resto de la
familia.
Detalle del árbol de la familia Pallás:
Matrimonio de Francisco Pallás Puig y Consuelo Martínez Ferrer. Valencia, 2006.
Durante su residencia en «La Ceramo » (1885–1992), todavía no disponía, de
un taller propio. En sus comienzos tenía un chico a su servicio que le ayudaba
a girar una rueda volante que movía los engranajes y ponía en movimientos los
buriles para taller el marfil. Más adelante le incorporo un motorcito eléctrico.
Todo el material que necesitaba, como las herramientas buriles, utensilios de
trabajo, plumieres estuches, entre otros, al igual que los componentes para sus
creaciones herrajes, bisagras, incluso los clavos, los diseñaba, construía y elaboraba
el mismo personalmente. El proceso de envejecimiento del marfil lo realizaba
con humo de paja que quemaba en el patio de la fábrica familiar de «La Ceramo », labor que ocasionalmente, contaba
con la ayuda, a modo de juego, de su sobrino político, José Ros Ferrandis (1901–1981), nieto del fundador de la fábrica de
tejas y mayólicas. Por aquel entonces, se diseño su propia tarjeta de visita,
en dónde se podía apreciar que tipo de trabajos, realizaba, se especializó en
trípticos, dípticos, porta-paz, arquillas, joyeles, abanicos y demás objetos
preciosos en los estilos bizantinos, gótico y renacimiento, a imitaciones de
los ejemplares existentes en catedrales, monasterios y colecciones más famosas.
Además de realizar esculturas originales, tales como bustos, retratos en
medallones, cubiertas de libros y otros encargos similares.
Apenas unos meses más
tarde, Francisco Pallás Puig y su
esposa, Consuelo Martínez Ferrer, se
trasladaron a vivir a la calle de Roteros,
número 13, piso segundo, del distrito de Serranos, del antiguo “Poblado de Roteros”, antecedente del
actual “Barrio del Carmen”, de la
ciudad de Valencia, domicilio en el que nacieron los primeros hijos del
matrimonio.
Además de desempeñar su
trabajo, el recién casado, Francisco
Pallás Puig, se caracterizaba
por ser un hombre hogareño, entregado a su esposa, siempre pendiente de ella.
No
tardaría en nacer los hijos del matrimonio
Pallás Martínez. A comienzos del verano de 1888, el día catorce de agosto viene al mundo la
primera hija, en el domicilio familiar, la cuál sería bautizada con el nombre
de Consuelo Pallás Martínez, siguiendo
la tradicional familiar. Unos años después, el día trece de abril de 1891 y en
el mismo domicilio familiar, viene al mundo la segunda de sus hijas que sería
bautizada y recibiría el nombre de Teresa Pallás Martínez. Más tarde, el día cuatro de junio de 1892, viene
al mundo el tercero de los hijos que fue bautizando con el nombre de Francisco Pallás Martínez, siguiendo la
tradicional familiar. Apenas unos años después, vendría al mundo el día
veintiséis de octubre de 1894, el cuarto de los hijos, que recibiría el nombre José Pallás Martínez, pero que apenas
alcanzaría los cinco años de edad, falleciendo de una enfermedad infantil de la
época. Ya por último e iniciado el siglo XX, el día diecinueve de junio de 1901
vino al mundo el quinto y último de los hijos, esta vez, en el nuevo domicilio al
que se habían traslado sus padres, de la calle del Quemadero, numero 35,
actualmente calle del Doctor Sanchís Bergón de la ciudad de Valencia, que sería
bautizado con el nombre de Luís Pallás Martínez.
·
Único discípulo y aprendiz:
Hacia el año 1890, Francisco Pallás Puig, comienza
su andadura como artista, con taller propio, conocido como «Taller de Pallás» en la ciudad de Valencia. Junto a él, comienza a
trabajar, Ricardo Causarás Casaña
(Valencia, 23/02/1875 – Barcelona, 26/10/1953), un joven de la Academia de Bellas Artes
de San Carlos de Valencia, primero el calidad de “aprendiz” entre los años 1890 y 1894, y más tarde como “profesional autónomo”, entre los años
1894 y 1914. Se puede considerar que dicho joven, ha sido el único discípulo
conocido y destacado del maestro escultor. Más tarde aquel joven, se
convertiría en un conocido escultor, pintor y pionero aeronáutico. Autor de
conocidas y llamativas obra de arte, a lo largo de su carrera profesional; como
la conocida obra de “La mano de Sorolla” (1901), entre otras. Cuando se realiza
unas comparaciones entre las obras de Ricardo
Causarás y las de Francisco Pallás,
se aprecia una similitud e igualdad en patrones y formas de esculpirlas; este
es uno de los motivos que tanto llama la atención que la obra de éste único discípulo
y aprendiz, haya sido tan conocida y la obra del propio marfilista, ha estado
en el total anonimato, hasta que sacaron su nombre y dieron referencia el
mismo, hacia el año 1995.
·
Bonanza económica:
Comenzaron a vivir con holgura económica, cuando el día 7 de octubre del año 1896, el
matrimonio, adquiere un terreno situado en la calle del Quemadero, actualmente calle del doctor Sanchís Bergón, de la ciudad de Valencia, dónde se
construyeron una vivienda, proyectada y diseñada por el propio artista. Se
trataba de un edificio, a la altura del número 35 de la citada calle, de verja
de hierro, con puerta en el centro que daba paso a un gran jardín. La operación
de compra–venta, se inscribió en el Registro de la Propiedad de Valencia,
el 16 de diciembre de 1896, dónde se especificaba que dicho terreno era
propiedad de Bernardo Fourrat Sánchis, desde el año 1889, año en que se levantó
la primera construcción. Las obras dieron comienzo a principios del año 1897,
mientras el matrimonio Pallás y sus hijos, residían en «La Ceramo ».
Dicha construcción, se ha mantenido hasta nuestros días, hasta que el año 2006,
fue derruido y actualmente es propiedad de la Consellería de
Sanidad, de acuerdo con el Catastro.
Detalle del terreno situado en calle del
Quemadero, nº 35 de Valencia. Dirección
General del Catastro. 2014.
Para la decoración
exterior esculpió con arcilla figuras imaginarias (dragones alados pintados),
con reflejo metálico que fueron producidos en «La Ceramo ».
Tras el jardín, se encontraba la casa, que para acceder se hacía a través de
una doble escalera exterior, que terminaba en una meseta cubierta, sostenido
todo esto por dos columnas, con puerta de entrada al piso principal, cuyo
edificio en su arquitectura, pertenecía al estilo griego romano. La casa estaba
formada por una planta baja, destinada a portería y cuarto almacén y de un piso
principal, destinado en un principio, parte a estudio del artista y parte a
porche o desván, aunque posteriormente todo se destinaría a vivienda familiar,
comunicados ambos pisos por una escalerilla interior, además de una parte que
se destinaba a corral. Gracias a la iniciativa de su esposa, Consuelo Martínez, gestionaron con el
alcalde de la ciudad, por aquella época el conocido doctor José Sánchís Bergón (1860–1926), amigo personal de la familia, la
instalación de un farol en la esquina de la calle, detalle muy agradecido por
el vecindario.
Vivienda sita en la calle Quemadero,
numero 35, anexa a la Casa
de la Caridad. Valencia ,
1910.
·
Nuevo traslado de domicilio:
Con
motivo de la obtención de una plaza e ingreso de su hijo mayor, Francisco, en la Academia de Infantería de
Toledo, hacia el año 1911, toda la familia, se trasladó a vivir temporalmente,
a la calle San Miguel de los Ángeles, numero 11 de la ciudad castellana de
Toledo, dónde el artista continuó con su labor y arduo trabajo. La
monumentalidad y riqueza artística toledanas, le sirvieron de inspiración de
muchas de sus posteriores obras. Finalizados los estudios de su hijo, retornó
hacia el año 1914, a
su céntrica residencia de Valencia. Años más tarde, el pequeño de sus hijos, Luís, ingresaría en la misma academia
militar, además de que sus dos hijas estudiarían, la mayor, Consuelo, piano y enfermería y la segunda,
Teresa, música y guitarra.
·
Obra dispersa:
Uno de los encargos que
apenas ha hecho referencia en la su historia, fue el esculpir una moneda con motivo de la visita a España, del famoso astrónomo
francés, Camilo Flammarion
(Montigny-le-Roi, Francia, 26/02/1842 – Juvisy-sur-Orge, Francia, 03/06/1925), para
presenciar el eclipse solar total del año 1900
en la localidad alicantina de Elche. Se trataba de una eminencia, a nivel
internacional, que visitó varias ciudades españolas, entre ellas, Madrid y
Valencia. Tanto en la capital española, como en la capital levantina, fue
homenaje con sendos banquetes, encabezados por los Reyes de España y todos sus
ministros. En el caso de Valencia, dicho banquete se realizó en el Jardín de
los Viveros, dónde incluso el poeta y
escritor, Teodoro Llorente Olivares (Valencia, 07/01/1838 –
Valencia, 02/07/1911), recitó y le dedicó poesías en francés. Sería en este
momento, cuando fue homenajeado con tan brillante detalle, realizado por el
artista valenciano.
Moneda de bronce, dedicada al famoso
astrónomo francés, Camilo Flammarion. Valencia, 1900
A principios del año 1903, falleció el político español, Práxedes Mateo–Sagasta, líder del
partido liberal, y varias veces Presidente del Consejo de Ministros del Gobierno,
en el periodo comprendido entre los años 1870 y 1902. Por parte de su partido
se decide hacerle un homenaje con la reproducción de unas monedas de bronce con
su semblante. Dicho encargo se hizo a Francisco
Pallás. En el anverso, se plasmó el
rostro del político, gracias a que se le facilitó al artista, una fotografía
del perfil del político, la cual produjo fielmente sobre marfil copiando cada
rasgo y detalle. En el reverso se aprecia un grupo de rollizos niños desnudos
rodeando una lapida coronada por una hoja de laurel con la inscripción “fue
siete veces presidente del consejo de ministros”. En mayo de 1903, se publicó
un pequeño artículo en el diario «Blanco
y Negro», describiendo la tan conocida medalla, se podía leer: “El bronce de gran tamaño, representa en el
adverso con bastante carácter y marcada expresión la cabeza del inolvidable
hombre publico. El relieve muy acusado aunque sin exceder del bulto propio de
las medallas, es de una ejecución muy fina y feliz”. En la medalla, se
puede apreciar, la firma de su autor «F.
Pallás». El Museo Nacional de Cerámica de Valencia alberga en la
actualidad, una copia de la medalla acuñada en bronce.
Moneda de bronce, dedicada al político
español, Práxedes Mateo–Sagasta. Valencia, 1903
Los encargos de ambas monedas
de bronce para sendos personajes importantes de la historia, demuestra en que
círculos era reconocido el saber hacer del artista valenciano, que vivía de su
producción artística y cuyas habilidades sirvieron para enriquecer a marchantes
y anticuarios quienes le rogaron la ausencia de firma en aquellos piezas que
ellos iban a vender en calidad de autenticas antigüedades. La verdad es que el
artista jamás oculto la realización de imitaciones, sino todo lo contrario,
estas formaban parte de ganarse el sustento.
La mayor parte de su
obra, firmada y sin firmar, se desconoce exactamente dónde se encuentra. Gracias
a la afición de su hijo Francisco Pallás
Martínez, militar de profesión, se puede conocer algunas de sus obras,
algunas se han quedando en manos de la familia Pallás y otras se podrán
identificar su actual paradero gracias a dichas fotografías actualmente en
poder de Francisco Pallas Sánchiz,
nieto del marfilista. Destacar que muchas de sus obras, están localizadas en Milán
(Italia), varias ciudades de Francia y de Inglaterra.
Con la llegada del nuevo
siglo y con los hijos del matrimonio creciendo, el matrimonio Pallás Martínez, junto a
sus hijos, solían desplazarse con mucha frecuencia a diferentes
localidades de la provincia de Teruel, donde la familia disfrutaba de una de
sus mayores aficiones, la equitación. Este fue uno de los motivos por los
cuáles, la mayor de sus hijas, Consuelo,
conociera a un hijo de los dueños de un
criadero y caballerizo, que solían frecuentar. Se trataba de Gonzalo
Zuriaga Esteban, nacido el 28 de enero de 1882 en la localidad
turolense de Abejuela, era hijo de Mariano Zuriaga Zuriaga,
natural de Abejuela (Teruel) y de Mariana Esteban Serra,
natural de Camarena de la
Sierra (Teruel) y ambos vecinos de la citada localidad
turolense de Abejuela, un pequeño municipio localizado en la comarca aragonesa
de Gúdar-Javalambre, en la que todos sus habitantes eran familiares entre
ellos, incluso destacar que es una de las zonas en donde enraizaron algunas
ramas de la familia Zuriaga. Finalmente, en el otoño de 1911, se celebra el
enlace matrimonial en la ciudad de Valencia, entre Gonzalo Zuriaga Esteban, de veintinueve años de edad y Consuelo Pallás Martínez, de veintitrés
años de edad. El nuevo matrimonio fijó su domicilio, en la calle del Quemadero,
numero 35, actualmente calle del Doctor Sanchís Bergón de la ciudad de
Valencia.
Matrimonio formado por Gonzalo Zuriaga Esteban y Consuelo Pallás Martínez.
No tarda en nacer la
primera nieta del artista valenciano. Vino al mundo a las seis y media de la
mañana, del día 6 de julio de 1912, en el domicilio de sus abuelos
maternos y padres, situado en la calle del Quemadero, numero 35, actualmente
calle del Doctor Sanchís Bergón de la ciudad de Valencia, la cual seria
registrada y bautizada con el nombre de Consuelo,
para continuar con la tradición familiar, nombre que ya llevaba su madre y
su abuela materna. El artista valenciano y su esposa, tuvieron que despedir a
su hija mayor, Consuelo Pallás, el
marido de ésta, Gonzalo Zuriaga y la
recién nacida Chelito Zuriaga Pallás, ya
que toman la decisión de embarcarse hacía la Republica Argentina ,
en búsqueda de lo que se conocía popularmente como «sueño argentino». Esta sería la última vez que Francisco Pallás, vería a su hija mayor y a su primera nieta. El
matrimonio Zuriaga Pallás, se
instala en la ciudad argentina de Córdoba, dónde nacieron el resto de hijos del
matrimonio, el 8 de abril de 1915, nacería
el segundo de ellos, que recibiría el nombre de Mariano; el 5 de junio de
1918, nacería la tercera de ellos, que recibiría los nombres de Antonia Salvadora; tras ella, nacerían
dos hijos más, que fallecerían a temprana edad y que fueron bautizados con los
nombre de Francisca y Gonzalo; finalmente
el 24 de mayo de 1925, nacería el
último de los hijos, que sería bautizado con los nombres de Francisco Julio. Todas estas buenas
noticias, de los nacimientos, fueron transmitidos, mediante correo, al
domicilio valenciano del artista valenciano y su esposa.
·
Nuevo taller:
Hacia el año 1918, el artista valenciano, se percató
que su residencia quedaba algo alejada del centro la ciudad, fue cuando decidió
trasladarse con su familia a una vivienda alquilada en la céntrica calle del Mar, numero 9, duplicado 2º.
De este modo, se le facilitó también la relación con sus posibles e interesados
compradores, quienes habitualmente se solían alojar en el Hotel Ingles, situado en la calle Marqués de Dos Aguas. Hasta su
nueva vivienda trasladó su taller artesanal, mientras tanto, su chalet, de la
calle del Quemadero, lo alquilo como anexo a la «Asociación Valenciana de la
Caridad », en el que pasó a fijar su residencia, un rector
de la misma.
Francisco Pallás, en su taller, situado en la calle del Mar de Valencia, Año 1918.
Durante su nueva vida, en
pleno centro de la ciudad del Turia, solía acudir a una tertulia frecuentada
entre otros por médicos, en el en antiguo «Café
El Siglo», que se encontraba en la esquina de la calle de la Paz con la plaza La
Reina. En medio en broma le decían: «Pallás si de nosotros dependiera, le
ayudaríamos a obtener el título de médico», ya que dominaba perfectamente la anatomía humana, como demuestra
su obra conocida.
Fotografía del antiguo «Café el Siglo»
a la derecha, calle de la Paz ,
Valencia. Año 1920.
·
Fallecimiento y legado:
Como solían hacer de
costumbre, en la primavera de 1926,
el matrimonio Francisco Pallás y Consuelo Martínez, se trasladó a pasar
una temporada a la localidad turolense de Valbona, quien el párroco de la
misma, les animó a frecuentar la localidad, lugar en que el artista además de
descansar del mundanal ruido de la gran ciudad, se inspiraba para sus próximas
obras, solía proyectar y moldear, en arcilla figuras, modelos que a su regreso
a Valencia plasmaba en marfil. El matrimonio se domiciliaba, en una vivienda de
varias plantas, situada en la calle Primo de Rivera, dónde solía acudir toda la
familia y pasar parte de sus vacaciones estivales. Hasta dicha vivienda, se
desplazan compradores interesados en adquirir algunas de sus obras, pudiendo
destacar, que antes del verano de 1926, tuvo la visita de un mercader, el cuál
le compró un grupo escultórico de 15,5 centímetros
de altura y 81
centímetros de ancho, por mil pesetas. Su salud comenzó
a resentirse y se le agrava una dolencia que padecía, provocándole la muerte el
día 25 de agosto de 1926 a los sesenta y siete años de edad, fue
velado y enterrado en la estricta intimidad, recibiendo cristina sepultura en
el pequeño cementerio de la citada localidad turolense, donde la lapida de su
tumba, realizada en «La Ceramo » producida
en cerámica de reflejo metálica, y que actualmente se conserva en dicho campo
santo, lleva el epitafio, que el mismo redactó, “¡Caminante! Una oración te ruega en caridad Francisco Pallás Puig”.
Le sobrevivieron, su esposa, Consuelo Martínez
Ferrer; sus cuatro hijos, Consuelo,
Teresa, Francisco y Luís Pallás Martínez y cinco de sus nietos, Consuelo, Mariano, Salvadora, Francisco
Zuriaga Pallás y Francisco Pallás Sánchiz. Además de sus padres políticos, José Ros Furió y Salvadora Ferrer Carbonell.
Nicho de la tumba de Francisco Pallás
Puig, en el pequeño cementerio de Valbona (Teruel).
Finalmente, apenas un año
después de su fallecimiento, el día 11
de agosto de 1927, se realizó la mediante escritura pública de la
adjudicación de la división de la herencia de Francisco Pallás Puig, ante el
Notario de la ciudad de Valencia, Don Manuel Brugada Panizo, dejando a sus
cuatro hijos por partes iguales.
Dos años después, de su
fallecimiento, el 12 de junio 1928,
se publicó un extenso artículo en el diario valenciano «Las Provincias», titulado «Por
los artistas humildes. Francisco Pallás, el Marfilista», firmado por un
buen amigo personal del marfilista, Manuel
González Martí (Valencia, 01/01/1877 – Valencia, 04/01/1972), director del «Museo Nacional de Cerámica» de
Valencia ubicado en el Palacio del Marqués de Dos Aguas, cuyo nombre ostenta en
la actualidad, que actuó como biógrafo del mismo. El dibujante, historiador y
erudito valenciano, escribió
cariñosamente sobre su vida y anécdotas
personales, además de reproducir algunas fotografías de obras y grabados del marfilista. Llegando a afirmar que Francisco Pallás, formó parte de un grupo de
artistas que florecieron con exuberancia en la segunda mitad del siglo XIX en
el que se denomina «Ciclo Glorioso del
Arte Valenciano».
Manuel González Martí (1877–1972), fundador
del «Museo de Cerámica de Valencia», en 1947.
Amigo personal y biógrafo de Francisco Pallás
Puig.
Encabezado del artículo escrito por Manuel
González Martí, el 12 de junio 1928 en el diario
valenciano
«Las Provincias», dedicado a amigo y gran profesional Francisco Pallás Puig.
«Las Provincias», dedicado a amigo y gran profesional Francisco Pallás Puig.
·
Reconocimientos profesionales:
Destacar, que en varias
ocasiones, obtuvo reconocimiento oficial:
-
Exposición
de Barcelona: 30 de julio 1896. Medalla de primera clase.
-
Exposición
de Barcelona: 5 de agosto de 1896. Medalla de primera clase.
-
Exposición
Universal de Paris: 18 de agosto de 1900. Grupo 2, Clase 9. Escultura
en marfil: "Las guerras de Alejandro". Diploma de Mención Honorífica.
-
Exposición
Española de Artes e Industrias Decorativas de México, 16 de
septiembre de 1910. Medalla y Diploma
Conmemorativo.
-
Premio al
Mérito y Medalla de Bellas Artes (lugar
y fechas desconocido probablemente en Valencia).
·
La Dama de Elche y la relación con
Francisco Pallás:
La obra
y la personalidad de Francisco Pallás
Puig, han permanecido en el anonimato y hubiese continuado siendo una mera
anécdota familiar de no ser por el investigador John Francis Moffit (San Francisco, California, EEUU, 25/02/1940 –
Nuevo México, EEUU, 01/06/2008), quien atribuye al artista valenciano la
realización de la famosa «Dama de Elche».
La principal cuestión sería plantearse, ¿qué
móviles e intencionalidad le llevan a publicar que el marfilista, –caído en
el irremediable olvido provocado por el paso del tiempo– fue un falsificador tan genial? y que fuese capaz de engañar un
estirpe de insignes y prestigiosos expertos en arte, que han catalogado a la dama de ilicitana como un obra ibérica esculpida hace más de dos mil años.
La posible historia,
expuesta por el profesor Moffit, para que pueda ser veraz, requiere de una investigación
seria y documentada, y en este caso, el profesor
Moffit no aporta documentación alguna sobre Francisco Pallás Puig, para
demostrar el engaño si lo hubo, ya que una falsificación no se puede ser
atribuir a la ligera. «Si realmente
hubiese sido el autor del escultura, desde luego el secreto es lo llevó a la
tumba y debió de ser estupenda y celosamente guardado porque a ningún miembro
de la familia hizo comentario alguno sobre la cuestión, ni ha dejado boceto
alguno que lo demuestre», ya que cada obra que realizaba era cuidadosamente
estudiada y panificada por el artista, a excepción de pequeñas tallas que
esculpía para la familia en descansos de su trabajo. Aunque la verdad es que el
artista jamás oculto la realización de
imitaciones, sino todo lo contrario, estas formaban parte de ganarse el
sustento.
Según
cuenta la leyenda local, el día 4 de agosto de 1897, un chico de 14 años,
llamado Manuel Campello Esclápez (Elche,
Alicante, 1881 – Elche, Alicante, 17/12/1965), apodado “Manolico” e hijo de D. Manuel
Campello Antón (Elche, Alicante, 07/05/1833 – Elche, Alicante, 06/06/1904),
un importante médico ilicitano, ayudaba a un grupo de obreros que trabajaban en
la finca familiar de La
Alcudia , muy cerca de Elche (Alicante), en las tareas de desmonte
del terreno agrícola, cuando aprovechando un descanso de los jornaleros, empezó
a excavar y descubriendo, una figura de una mujer de apenas 56 centímetros de
alto. Estaba colocada entre seis losas verticales de piedra dentro de un
estrato de época romana. Se trataba de la que actualmente conocemos como «La Dama de Elche», escultura íbera en piedra caliza, que se ha datado entre
los siglos V y IV a. C. Aquel niño avisó a los obreros que se encontraban
descansando y éstos al médico ilicitano.
Manuel Campello Esclápez (1881–1965),
descubridor de “La Dalma
de Elche”, en La Alcudia
(Elche, Alicante)
Al poco
de ser descubierta, la figura de aquella mujer, se colocó en el balcón de la
casa de don Manuel en pleno centro de Elche. Allí fue observada y admirada por
todos los vecinos que pronto la bautizaron como la «reina mora». El día 13 de agosto de 1897, llegó a España, procedente de
Paris (Francia), el arqueólogo francés Pierre
Paris (Rodez, Francia, 15/01/1859 – Madrid, España, 20/10/1931), interesado
en conocer la historia del descubrimiento de dicha pieza. Cuando el arqueólogo
vio el busto íbero supo que se trataba de una verdadera joya e informó a los
responsables del Museo del Louvre en París, quienes contestaron enseguida
ofreciendo una importante suma de dinero: 4.000 francos de la época. Finalmente
el médico ilicitano, propietario de la finca de La Alcudia , acepta y se lleva
a cabo la operación. Durante 40 años la
Dama de Elche fue expuesta en el Louvre, hasta que en el año
1941, el General Francisco Franco, jefe de Estado español, consiguió
recuperarla mediante un intercambio de obras con el gobierno francés,
exponiéndola en el Museo del Prado de
Madrid, en el que permaneció durante 30 años, hasta que en 1971 fue
trasladada al Museo Arqueológico
Nacional de Madrid, en el que se
halla en condición de depósito.
En el
año 1995, John Francis Moffit (1940–2008), historiador y profesor de Arte de la New Mexico State
University (EE.UU), recientemente fallecido, publicó un polémico libro,
titulado «The case of the Lady of Elche», el cual sería traducido al
castellano al año siguiente, con el título de «El caso de la Dama
de Elche». En su publicación, resultó muy claro,
al afirmar que “la Dama de Elche es una hábil falsificación
encargada por el dueño de la finca en donde apareció, D. Manuel Campello Antón,
a uno de los más diestros falsificadores de obras de arte del siglo pasado,
cuyo nombre era Francisco Pallás Puig”.
John F. Moffitt (1940–2008),
historiador y profesor de arte.
Sus
argumentos parecían que no basaban en algo verídico, únicamente, en serias
dudas sobre la autenticidad de la
Dama de Elche, que ya se venían afirmando desde hacía
muchísimos años, por parte de muchos historiadores e investigadores. Al
profesor estadounidense, le llamaba la atención, lo extraño que resultaba que
una obra de arte ibérico hubiera sido hecha a tamaño natural, algo que se aleja
de la norma común en el arte de este período. Según sus fuentes, no había
precedentes de la existencia de bustos en la estatuaria ibérica y, ni mucho
menos, de rostros dotados de la personalidad que emana la figura ilicitana.
Además de todo esto, al profesor estadounidense, se llamaba la atención el hallazgo
oscuro, las extrañas circunstancias que se sucedieron durante aquel verano de
1897. El propio testimonio de su verdadero descubridor, un muchacho de tan solo
catorce años de edad, pero que nada tenía que ver con el testimonio del médico
y dueño de la finca, podría esclarecedor.
Según
la teoría de Moffitt, la única persona que pudo haber realizado una obra de tal
calidad en aquellos años de fines del siglo XIX fue, según el mismo lo llamaba,
“el famoso falsificador”, Francisco Pallás Puig, que ya puso en un brete a más
de un especialista con dos trípticos pseudo-góticos, realizados en marfil en 1895
y que se conservan en la
Walters Art Gallery de Baltimore (EE.UU). Desde el momento de su publicación en inglés,
no fueron pocas las críticas que se erigieron contra las observaciones
esgrimidas por Moffitt. En la mayoría de los casos, se daba la vuelta a la
tortilla negando los argumentos del profesor estadounidense, afirmando que es
precisamente el carácter único de la
Dama de Elche lo que le hace auténtica. Llegando a
publicarse, en el año 1997, por
parte de una de sus biznietas, la periodista valenciana, María del Rosario Pallás Caballero (Valencia, 1961), un extenso
reportaje en la revista «Historia 16»,
titulado «Francisco Pallás ¿falsificador
de la Dama de
Elche?», en dónde expuso todos los motivos de forma clarísima, tumbado las
afirmaciones del profesor americano y expresando que Francisco Pallás Puig,
nunca fue un falsificador, fue un artista que supo trabajar el marfil y que en
algunas ocasiones reproducía piezas solicitadas por personas y familias
adineradas, sobre obras que se encontraban en importantes museos de todo el
mundo.
Detalle del reportaje de María del
Rosario Pallás Caballero, publicado en “Historia 16” , en 1997.
La «Dama de Elche» es auténtica. No hay duda. Un verdadero tesoro de la
escultura ibérica que aún esconde innumerables enigmas. Y para salir de dudas
no hay mejor cosa que acudir al Museo
Arqueológico Nacional de Madrid, a verla y al Centro de Interpretación de la Alcudia , junto a Elche (Alicante), en donde
se puede ver el lugar en donde apareció y un fantástico museo de arte ibérico
de otras piezas que han aparecido en el complejo.
Argumentos de John Moffit, para tachar a Francisco Pallás, de
“falsificador” de la Dama
de Elche:
·
Francisco
Pallás era valenciano (cercanía con la localidad alicantina de Elche);
·
Francisco
Pallás era el mejor artista de su época (se trataba del numero uno en su
ámbito);
·
Francisco
Pallás había realizado a lo largo de su vida, una gran cantidad de encargos de piezas
ya realizadas por otros artistas (pero tampoco es motivo para tacharlo de
“falsificador”, como hizo Moffit)
·
El
lugar de descubrimiento, se trataba de un terreno propiedad de un coleccionista
de artes, el doctor ilicitano Campello (tal y como argumentaba Moffit, el
doctor Campello, había encargado dicha obra a Francisco Pallás y la colocó en
aquel lugar, para su descubrimiento);
·
Conferencia coloquio “El marfilista de
Quart de Poblet: Francisco Pallás Puig”:
El pasado viernes 30 de enero de 2015, se celebró en la Casa de la Cultura de la localidad valenciana de Quart de Poblet, una conferencia coloquio, sobre un personaje, hasta el momento, desconocido por sus conciudadanos en la historia de Quart de Poblet. Hablamos de Francisco Pallás Puig, natural de Quart de Poblet, pero al cual se le pierde la pista en dicha localidad desde muy jovencito, por dar el salto a la capital del Turia. Artista y marfilista de profesión.
La conferencia coloquio estuvo a cargo de José Luís Fernández Bosch, tataranieto de Francisco Pallás Puig; investigador por afición de varios temas relacionados con su familia y sus antepasados. Asistieron a la misma, la concejala de cultura del Ayuntamiento de Quart de Poblet, Cristina Mora Luján; la responsable de la Casa de la Cultura de Quart de Poblet y restauradora, Lorena Núñez; uno de los investigadores de la figura del artista cuartano y coadministrador del blog “Los Archivos Secretos de Quart de Poblet”, Javier González Villena; el productor de “I +M Taller Multimedia” Pasqual Fita, entre otros, junto a una veintena de vecinos y amigos interesados por el tema a tratar.
La conferencia giró en torno a la figura y a la obra del artista, haciendo un repaso por su vida personal y sus obras. Se mostraron imágenes, hasta el momento desconocidas, de obras de reconocido prestigio que actualmente están expuestas en varios museos a lo largo y ancho del mundo, como es el caso de San Peterburgo, París, Londres y como no, en España; además de mostrarse una serie de documentación y obras, que se encuentran en manos privadas, concretamente en los descendientes del artista valenciano; quedando más que claro que se trató de un personaje y artista muy valorado y reconocido por parte sus familiares, amigos y conocidos, pero que nunca busco afán de protagonismo, en aquella época tan difícil como la que vivió.
Muy vinculado personalmente al conocido ceramista, José Ros Furió, fundador de la fábrica de tejas y mayólicas “La Ceramo de Benicalap” (el que posteriormente llegaría a ser su yerno), gran amigo del dibujante, historiador y erudito valenciano, Manuel González Martí, director del Museo Nacional de Cerámica, que lleva su nombre, de la ciudad de Valencia y empleado, durante unos años, en la fábrica de la familia de Onofre Valdecabres, situada en la localidad valenciana de Quart de Poblet.
Se llevaron a cabo una serie de reflexiones sobre los argumentos que llevaron al historiador americano, John Moffit, a tachar en su publicación “Art Forgery: The Case of the Lady of Elche” (“Falsificación de arte: El caso de la Dama de Elche”) en el año 1995, al artista valenciano, de falsificador de la conocida Dama de Elche, fechada entre los siglos V y IV a. C., en la etapa del arte ibero. Se proyectó un pequeño video de escasos minutos, para recordar y resumir el asunto de la Dama de Elche, que tantas conjeturas ha dado en los últimos años. Todos los presentes, tuvieron oportunidad de expresar su opinión y sus argumentos, además de plantear una serie de preguntas, que fueron siendo respondidas tanto por el parte del conferenciante como por los presentes en la sala.
Tras dar por finalizada la
conferencia, los presentes tuvieron la oportunidad de contemplar dos piezas
realizadas por el artista marfilista, propiedad de su tataranieto y que él mismo llevó consigo, para poder compartirlas
y mostrarlas.
[…]
Hola:
ResponderEliminarMuy buena aproximación que merece la enhorabuena. Ojo: El fundador de la ceramo fue José Ros Surió, no Furió.
Saludos.
mostraba a un amigo, unas "cadenas" que talladas por sí mismo... se trata más bién de una caderas, es decir unas sillas sin respaldo, lo cual es mucho más probable.
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